jueves, 6 de septiembre de 2018

Labios sellados

Hay un desnudo que busca su ropa
dentro de tu corazón.
Hay unos labios sellados
en el espejo,
cerca de donde abres y cierras tu puerta.
Hay dos palabras que se guardaron
dentro del aire,
del que respiras.

El recuerdo de un baile que nunca olvidaré
cerca del balcón con dos cafés
y del espejo que decidiste cambiar
antes de que me marchara,
y sin querer,
dibujando en el recuerdo un desastre.

Puedes alejarte,
que no será la distancia
la que me haga olvidarte.

No habrá nada,
ni carreteras ni manchas.
Será la tierra que no pise
la que me recuerde mirando,
dándote la mano
y besándote sin guerra.

Ahora estoy bebiéndome
lo que me bebí contigo,
pero sin ti.
Ahora te recuerdo
mirándome y olvidándote
de lo que sentiste por mí.

Ahora enciendo un cigarrillo
como si me lo dieras encendido
con tus manos.

No puedo dejar de recordarte.
El vacío no se llena con tu ausencia
y las palabras parecen mudas.
Si pudieras volver a conocerme
y te quedaras con ese aroma  que regalan las palabras
cuando se dicen al oído,
te agarraría tan fuerte
que sonaría como el portazo
que me dijo adiós con tu boca
sin querer hacerlo.

Me quedo con el brillo de tus ojos
de cuando te conocí,
olvidando el brillo de los míos
al no querer marchar cuando me fui.

Todo se ha borrado demasiado rápido.

El corazón se me llenó de arañazos
que no podían dejar de sangrar
por no saber ni poder olvidar.
Necesito dejar de arrancarme la piel a tiras
y necesito encontrar lo que sin buscar no encuentro.

Ahora es la hora de las lunas
y mi corazón está roto.
Ver a la gente pasear
buscando la luz para una foto,
disfrutando de un helado
de la mano de quien no le hace llorar.
Un segundo en la distancia
del amor eterno.
Un beso con palabras
y el no decir adiós.

Vuelvo hacia atrás,
a esconderme en esa cueva
que nunca me dejó mirar.
Solo son momentos
disfrazados de alimentos
y que siempre te dejan con hambre.
Los perfumes del aire
me recuerdan que puedo respirar
aun estando hambriento.

Hay muerte cerca de mí
y no la quiero tocar.
Hay un desaparecer con voluntad
y una luna rota de verdad.
Quiero mecerme dentro de tu boca
y por tus labios,
y morir después de mirarte a los ojos
agarrándote las manos.

Voy a saltar dentro de la copa de vino,
voy a beberme la ansiedad
que me ha dejado tu olvido.
Te echaré de menos lo que me quede de vida.
Olvidaré que haberla vivido
me dejó sin una sola lágrima
y que nacer se ha vuelto del revés
para morirme contigo.

Cada uno de los besos fueron uno.
El primero no fue menos que el último.
El último me durmió el corazón
recordándolo todo.
He parado en una terraza para beberme
lo que me queda del día.
He sangrado por los ojos
todas y cada una de mis lágrimas.
He soñado por quererlo
que todo ha sido un sueño
estando despierto.

No puedo alejarme de ti.
Ni quiero perderte
ni que tú me pierdas a mí.

He sido egoísta por sentir
que solo tú alejaste mis demonios.
Pero es que han vuelto
y siento como que quieren
arrancarme la vida.

Ahora estoy solo.
Así me siento: solo y sin ti.

Vuelve a darme igual un poco todo.
Vuelvo a esa puta realidad
que me hizo ver, también,
que era ciego del todo.
Vuelvo a mi tierra húmeda de invierno,
en el verano más invernal que conozco.
Vuelvo a ahorcarme en el silencio
para seguir siendo un ahorcado al despertar.

Salgo de la única luz (tú)
para morir en una luz que no conozco.
Maldigo la vida que no me deja sentir
y por vivir me quedo solo.
Soy como esa parte del lago
que el agua dejó morir.
Desde una parte de la orilla
cargada alma,
que la bala se quedaba muerta,
muy dentro y sin matarme.

Ya no puedo tenerte
y siento que mis palabras
han muerto muy cerca de mi poesía.
Y he besado lo último que queda de mí,
en el rincón de las horas que eran días.

Quiero dejar de estar
para dejar de ser lo que soy.
Le doy las gracias a la vida
por haberte conocido.
Nunca sentí unos labios,
sin besar,
tan cerca de los míos.
Nunca hice el amor con el mar.

Al otro lado de la puerta


La noche como anuncio de luna
naciendo como flor
en la fresca oscuridad
de las ramas abiertas de los árboles.

Puedes esperar tu sol
y puedes compartirlo con nadie.
Horizonte iluminado por Madrid,
vías abiertas,
único sonido respirándote
mecido por el tiempo escapado,
que no dormido,
saboreando el gris de un simple lápiz.
Dulce caricia en cuerpo de papel....

Junto al árbol me quedé parada
buscando dentro de su sombra
mi reflejo de agua.

Lágrimas del cielo
salpicando en la base
de su cuadro de espejo.
Lago para hormigas en la acera.
Me pidieron que parara.
Son mis piernas
las que a solas bailan,
y a solas con el árbol.....




Palabras del revés
dibujadas en las nubes a través del cristal
de la puerta vieja del salón,
y una paloma en los tejados de los muertos,
espacios abiertos y de nadie,
terrazas vacías en la noche
como las copas de hielo
sobre sus mesas.

Profundo el contenido blanco de tu cuerpo en río
dentro mi paladar a boca abierta
y sin ruido.
Gotas de agua dejando señal.
El mal con sus pocas dudas
dejando el hueco vacío.

Toda respiración merece una copa.
La última voz amanecida
siempre se queda en color,
primer vez de corriente crecida.
El perfil de tu curva blanca
siempre toca en el cristal
para perderse en la mirada
de la sombra de los vivos.

Calle, al otro lado de la puerta,
ventanas en calles, cerradas al ruido
y de cuerpo anaranjadas.
¿Quién sabe de ti, dentro,
en el centro de la pirámide?
¿Quién?, si apenas sé de ti
cuando caminas descalza.


Tan lejano de ti
como tú de tocarme las manos.
Tan callado como tú
dentro de unos muros
que parecen brazos,
que cierran sobre la piedra
la parte más sensible de la boca.

Juego a mirar,
como tú a mí.

Fiel tormenta


Luna en vientre, hueso de aceituna.
Cabalgo dentro de tu ola de arena
sin espuma.
Los dedos de la victoria
me han marcado la frente,
la misma que cada noche
soñaba a tu altura.

Yo no quiero "te quieros",
sí un "te quiero" sincero,
pero de tu boca
y no de la mujer que no conozco.

Dime tú si el final está tan cerca
porqué no vienes y me clavas el puñal.
No tengo miedo de morir.
Sí de volver a despertar. .......





Otro tiempo.
Con otro traje vistió mi corazón
entre las nubes que hoy no veo,
que se marcharon o se guardaron solas.

Manos que me miro envejecidas
por el paso del pasar,
tiempo a ratos suicida,
vida perdida sin amar.
Cuatro estaciones y una bala
por cada nota extendida.

Hoy soy de mi sangre.
Ya tragué venas perdidas,
azules, como los brillos de mis cristales.
Ya lloré noches de huida,
ya fui muerto,
muerto en vida
y solo me alivia soñar,
y el llanto cuando ese sueño
y se  hace realidad. ......






Bocanada de aire
que fue al mar.
Mar en su corriente con sus claves,
caminos infinitos
descubriendo lo que nunca supo nadie.

Hay cadenas sin llave
y llave con cadena.
Fuegos son tus luces,
fiel tormenta.
Luces de trueno en horizonte
atravesándome por la mitad.
Solo puedo reír,
no me sale llorar.
Es tu estruendo
la mitad del ruido
que puedo soportar.

No tengo miedo a casi nada
y menos a la verdad.
La línea no se para,
solo guía
y solo puedo llegar.

¿Dónde están las celdas empapadas en lluvia?
Solo veo charcos de vino a mi alrededor,
velas encendidas
y pasos en calles vacías.
Nostalgia en terrazas antiguas.

Perdone, ¿podría decirme dónde estoy?
¡Pues si no lo sabes tú!, fue su respuesta.


miércoles, 5 de septiembre de 2018

Agosto

Dias imaginados,
dentro de un coche que no tengo.

Por la autovía  de campos, de nubes calladas,
nubes dibujándose en el cielo.
Nubes dibujando,
las  partes que en el sueño son palabra.

De las aves con las alas en pausa.
Del sol acariciando la ventana..

Viaje a ninguna parte...
La soledad como equipaje.

Tus labios en mi boca, 
todos los días de la semana
pensando en encontrarte.

Hacer el amor a distancia, 
es como arañar la pared
con los dedos, 
dejándote las uñas, sin importancia.

La sangre pinta la pared
dejando un recorrido que solo atisba la infancia.

Dias imaginados.
La triste verdad de saber,
que el ultimo verano de mi vida
fue tan lejos de ti.

Me quedo:
Con el árbol centenario. 
Con el sabor a jamón. 
Con tu espalda y su vestido en el día 
en el que el río se rió, y con las noche
en que esas mismas aguas
nos regalaron el reflejo de ese cielo
en la parte oscura de nuestro balcón. 

Por los días de tormenta. 
Por los días imaginados... Y por tu luz,
que sabe acariciar
cada una de las gotas
de cada uno de los ríos... 

Como una cenicienta. 



Madrugada

Olvidaste cerrar las ventanas.

El calor se marchó al poco de marcharte, 
con tu beso que me diste y con la seda entrelazada de tu boca, 
y con la huella de tus manos
en el cuerpo que dejaste tumbado de madrugada y sin ropa.

Horas antes, desnudamos las paredes del salón. 
Más de cien hojas, repletas de palabras.

¡Quiero que te quedes! 
Y que brindemos si sonrojas por poesía.

Dejar una vela encendida y que sea, 
el dibujo de su sombra en la pared
quien nos baile en el sueño de la noche
hacia el corazón del amanecer del día.

Por bebernos el rojo de tu tierra
colado sin colador, en los dos únicos vasos que me quedan. 

Por quedarte dormida en el sofá
donde solo se ven estrellas y despertar guiñándome un ojo. 

Por navegar  junto a mi cuerpo imaginando la marea.

Olvidaste cerrar las ventanas, 
las puertas siguen abiertas.