miércoles, 5 de septiembre de 2018

Madrugada

Olvidaste cerrar las ventanas.

El calor se marchó al poco de marcharte, 
con tu beso que me diste y con la seda entrelazada de tu boca, 
y con la huella de tus manos
en el cuerpo que dejaste tumbado de madrugada y sin ropa.

Horas antes, desnudamos las paredes del salón. 
Más de cien hojas, repletas de palabras.

¡Quiero que te quedes! 
Y que brindemos si sonrojas por poesía.

Dejar una vela encendida y que sea, 
el dibujo de su sombra en la pared
quien nos baile en el sueño de la noche
hacia el corazón del amanecer del día.

Por bebernos el rojo de tu tierra
colado sin colador, en los dos únicos vasos que me quedan. 

Por quedarte dormida en el sofá
donde solo se ven estrellas y despertar guiñándome un ojo. 

Por navegar  junto a mi cuerpo imaginando la marea.

Olvidaste cerrar las ventanas, 
las puertas siguen abiertas. 











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